Use la Cabeza, Póngase el Casco de Seguridad
La cabeza es la parte más importante
de su cuerpo. Con ella se piensa, se siente, se habla, se huele y se
escucha. Por lo tanto, tiene sentido protegerse la cabeza contra
cualquier lesión.
La primera línea de defensa contra
las lesiones a la cabeza en el lugar de trabajo es el uso del casco de
seguridad. El casco protege la cabeza del peligro de caída de objetos y
resguarda contra golpes accidentales. El casco reduce la intensidad de
cualquier golpe a la cabeza. Resiste y desvía el golpe y distribuye el
impacto sobre un área mayor. La suspensión interna del casco actúa como
amortiguador. Aún en el caso de que el casco se quiebre o se abolle,
absorbe parte de la fuerza del impacto, transmitiéndole menos a la
cabeza. También puede resguardar el cuero cabelludo, la cara, el cuello y
los hombros contra derrames o salpicaduras.
Elija el casco más apropiado para el
tipo de trabajo que se ejecuta, y sólo use cascos aprobados y
fabricados para cumplir con las normas aplicables. Éstos están diseñados
para proporcionarle la máxima protección a la cabeza. También es
importante asegurarse de que el casco le quede bien. Un casco de la
talla correcta proporciona el máximo de confort y protección.
Mitos y realidades sobre el casco
Mito: "El casco afecta mi visión, no veo bien de costado"
Realidad: Rebatido por los datos
científicos. La visión periférica es de entre 200º y 220º. Los
estándares de seguridad internacionales requieren que los cascos provean
210º de visión. Alrededor del 90% de los accidentes suceden dentro de
un rango de 160º (la mayoría restante son choques por atrás), así que
está claro que los cascos no afectan la visión periférica y no
contribuyen a los choques.
Mito: "Con el casco no puedo oir bien los sonidos de la calle".
Realidad: Rebatido por la ciencia.
Los cascos reducen la sonoridad de los ruidos, pero no afectan la
capacidad del motociclista de distinguir entre diferentes sonidos. La
Universidad de California del Sur realizó 900 investigaciones profundas
sobre accidentes con motos en el lugar del accidente y no detectó ningún
caso en el que el motociclista no pudiera escuchar un sonido crucial
del tránsito. Más aún, algunos estudios indican que los cascos son
útiles para reducir el sonido del viento y proteger la audición.
Mito: "En caso de accidente, los cascos provocan heridas en el cuello o médula espinal".
Realidad: La investigación ha
probado que esto no es verdad. Cinco estudios revisados por la GAO
mostraron una mayor incidencia de lesiones severas en el cuello en
aquellos motociclistas que no usan casco. Un estudio en Illinois,
Estados Unidos, halló que los cascos reducen el número de heridas graves
en la médula espinal.
Mito: "Las leyes del uso del casco son inconstitucionales, violan los derechos individuales".
Realidad: Las cortes europeas y americanas han reconocido en forma constante que las leyes del uso del casco no violan el derecho individual . Todas las normas de tránsito requieren que los individuos actúen de una cierta forma, más allá de que lo quieran o no. Por ej., detenerse ante el semáforo, dar prioridad a los peatones, respetar el sentido del tránsito, etc. La legitimidad de éstas y otras disposiciones, se basa en que están dispuestas para la protección de la propia vida y la de los demás miembros de la sociedad. Las leyes del uso del casco no son diferentes a éstas.
Mito: "Si me mato es asunto mío, sólo yo me perjudico".
Realidad: Para la sociedad, la
muerte o discapacidad permanente de un individuo tiene consecuencias
económicas y sociales serias,diversas y perdurables en el tiempo; desde
el momento mismo en que se produce el accidente y la salud pública
asiste al herido, lo levanta y lo traslada a un hospital público donde
se le brinda toda la atención y tratamientos posibles. Si, después de
recuperarse, queda con alguna discapacidad que le impide continuar con
su trabajo anterior, se le brinda una pensión por incapacidad y la
atención que pueda necesitar tanto él como su familia; por ello resulta
indiscutible que el daño no es solamente personal. Si fallece, además de
la pérdida de su capital laboral, el pago de pensiones y la atención
para sus seres queridos implican cargas para la sociedad.
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